Retelling 1: << Uno, dos y tres, ¿quién no despertará esta vez? >>

10:47


Aquí, como una valiente (y con el blog sin adecentar) os vengo a mostrar un proyecto (o llamémoslo X) que Doll y yo hace meses que llevamos diciendo que vamos a llevar a cabo.
¿De qué va Kaidanshu? Pues ni más ni menos de un sitio en el que, a través de diferentes temas mensuales, iremos creando nuestros relatos. Es una forma de "obligarnos"  (o incentivarnos) a crear y poner nuestros cerebros a trabajar. No ha sido fácil, pero sí que ha sido interesante.

Sin irme más por las ramas, os diré que el tema de este mes son los retelling y aquí una servidora es quien debe de romper el hielo (el relato de Doll lo podréis leer a finales de este mes). Antes de leer os diré un par de cosas:

Uno, el relato no está completo (aunque sí veréis en qué cuento se basa). Esto no se debe a que no me haya dado tiempo a acabarlo, sino a que este relato se ha convertido en una idea monstruosa que puede superar con ganas las 50.000 palabras.

Dos, a pesar de esto podéis leerlo sin miedo porque no os quedaréis a medias. Esto es un primer contacto, algo así como un prólogo en el que podéis conocer parte de los personajes.

Tras todo esto, y sin ganas de enrollarme más, os dejo con el relato. ¡Espero que lo disfrutéis!






<< Uno, dos y tres, ¿quién no despertará esta vez? >>



Ashana Rainne se sumerge en la burbuja de sopor que ha tejido el profesor con su voz. En algún momento ha dejado de comprender qué está diciendo, y no le importa. Sólo baja la cabeza, ocultando su distracción tras el compañero que tiene delante, y lanza una mirada hacia la ventana. Esa será su excusa si alguien la pilla.

<< Lo siento, estaba mirando por la ventana. No volverá a pasar >> dirá, con la mirada baja y las mejillas rojas. Y la creerán porque, ¿qué más podría estar haciendo?

Pues mirarle a él, Hannel Callway.

Los ojos de Ashana saltan por el cuerpo del muchacho buscando y esquivando. << No debería mirar. Voy a dejar de hacerlo. Ahora >>. Pero por mucho que lo intenta ese ahora nunca llega, sino que se prolonga durante largos minutos en los que crea los contornos de la figura de ese chico. Viaja, despacio como un barco que se balancea con el suave oleaje, desde los finos dedos que Hannel tiene apoyados sobre la mesa hasta el hombro ligeramente encorvado. Ahí Ashana toma un respiro, no porque desee crear un hogar en la curva de ese cuello, sino porque necesita fuerzas para seguir adelante. Traga saliva, cuenta hasta tres y da el paso.

Siente un escalofrío que le recorre la columna vertebral de punta a punta, no puede evitarlo. Y, por supuesto, sus ojos se quedan fijos en un solo lugar. Da igual el color de su pelo o la forma de su rostro porque a lo único que puede mirar es a la rama de árbol que le sale de la cuenca del ojo derecho.


* * * * *


Hay pocos sucesos que conmocionen tanto a humanidad como un secuestro, y si los desaparecidos son niños fotogénicos, mellizos, blancos y de buena familia, el dolor y estupor del pueblo parece mayor. Quizá por eso el caso de Hannel y Greil Callway sacudió los medios de comunicación. Todo el país lloró por los dos niños perdidos; los programas se hicieron eco de todos sus movimientos previos al secuestro. Sus conocidos se convirtieron en carne de cañón que parecían muy contentos por la atención recibida. Los periódicos ensalzaron el valor de la libertad de los niños —<< ¿Qué clase de país tenemos si nuestros hijos no son capaces de caminar tranquilos por la calle? >>—. Y crearon el odio. Y se les dio bien, tanto que lo convirtieron en un monstruo que engulló a la razón y dejó al mundo desnudo.

Y entre todo ese caos, esos << probrecillos >> dedicados por desconocidos, ese ir y venir de gente —y constante desinformación policial—, los señores Callway se coronaron como los mártires perfectos. Si sus retoños eran bautizados como << los niños de oro >>, los padres fueron el matrimonio modelo al que cualquiera querría parecerse. ¡Qué cruel fue la vida al destrozar su hogar de esa manera!

Y en esta situación, ¿quién no se pondría en su lugar? ¿Quién no levantaría la voz a su favor si a alguien se le ocurría poner sus declaraciones en duda? Nadie.

De programa en programa, derramaron lágrimas que fueron perdiendo fuerza según pasaron los días. Nadie se lo dijo, pero la esperanza es algo que se marchita demasiado rápido y en un secuestro es a ella a la que primero asesinan. Según transcurrían los días una pregunta se fue abriendo paso en su mente: ¿cuánto tiempo podrían permanecer sus hijos con vida? Y a esa, por mucho que intentaran impedirlo, siempre les seguía esta << ¿por qué no habían pedido ningún rescate? >>.

Les pagarían; oh, esa perfecta familia les daría todo lo que quisieran, pero por mucho que lo repitieron el secuestrador se mantuvo en silencio.

Así, inmersos en esa horrible incertidumbre pasaron las semanas, y el mundo, a quien el corazón se les había partido ante el dolor de esa familia, siguió con su vida como si nada. Todo pareció quedarse en ese extraño paréntesis que otorga la calma hostil antes de una cruenta guerra. La vida continuó con su camino, aunque esta vez de una manera desacompasada; mientras para unos vibraba e iba a una velocidad vertiginosa, para otros se había detenido de improviso, obligándoles a revivir los mismos sucesos una y otra vez. Y cuando nadie esperaba ningún cambio, justo cuando todos creyeron que todo seguiría igual, el destino dio un nuevo giro inesperado y puso la vida de millones de personas patas arriba.

Nadie habría dicho que ese Lunes de mediados de Noviembre sería diferente de cualquier otro de ese frío mes, pero lo fue. Y la diferencia empezó con una simple llamada de la policía a los Callway con un mensaje contundente:

—Hemos encontrado a sus hijos. Están a salvo.

Ni un tornado habría sido más rápido que esos padres saliendo de su casa en busca de sus amados hijos; y da igual lo que después dijeran algunas malas lenguas acerca de la elección de un vestido extremadamente caro —y un perfecto maquillaje— por parte de la señora Callway, o del llanto inexistente por parte del señor Callway. ¡Ese día todos esos detalles daban igual!

El mundo era una fiesta y la hermosa familia Callway era la protagonista. Por fin su reencuentro sería grabado y retransmitido, una y otra vez, en todas las cadenas. Todo iba a ser hermoso, todo iba a ser perfecto... hasta que dejó de serlo.

Hay pocas cosas que pongan a prueba el amor incondicional de unos padres, pero el descubrir que sus hijos han dejado de ser sus hijos —o al menos han dejado de ser lo que una vez fueron— descuartiza el cariño. En cuanto pusieron un pie en la comisaria ante ellos no encontraron a los dos mellizos adorables a los que ellos habían criado para que sobresalieran entre el resto de niños encantadores que poblaban su entorno, sino a dos críos mutilados y rehechos. Cada uno en una cuenca del ojo diferente tenían un recuerdo de por vida. Hannel, quien nunca tuvo un especial interés por la naturaleza, tenía una rama de un árbol en su ojo derecho. Gruesa y con una posición grotesca que imitaba a una garra; parecía saludar, como si le hiciera falta llamar más la atención de lo que ya lo hacía. Por su parte Greil tuvo más suerte en el reparto de elementos extraños porque su ojo fue adornado con varias rosas blancas que formaban un pequeño ramo, el cual podría resultar un adorno perfecto si no fuera por el lugar que ocupaba.

Después del pavor inicial, y los abrazos un tanto fríos, los señores Callway hicieron la única pregunta que se podría esperar en una situación así:

—¿Quién les ha hecho esto a mis hijos?

La palabra tardó en escapar de los labios de la policía, no por miedo a decirla, sino porque esta pudiera poner de manifiesto su incompetencia. Pero, con un hilo de voz y varias miradas esquivas, se pudo escuchar un:

—Ha sido una bruja.

La palabra bruja, olvidada ya tras años de búsqueda de todos aquellos que tuvieran algo que ver en la brujería, volvió a estar en boca de todos. Los Callway volvieron a convertirse en los mártires a quienes todo el mundo adoraba, lo cual hizo que, casi como por arte de magia —por paradójico que este hecho resulte—, todo el mundo se olvidara de las grotescas secuelas que ese secuestro dejó en ellos.

<<—Sólo son niños. No han tenido la culpa de nada >> diría, al principio con unas sonrisas un tanto forzadas.
Por desgracia no todo el mundo tuvo su final feliz. Los medios de comunicación no fueron tan magnánimos con la policía como lo fueron con los jóvenes Callway, y exigieron culpables.

¿Por qué habían ocultado la verdad y habían hecho creer a la ciudadanía que la brujería todavía no era un peligro latente? ¿Dónde quedaron las patrullas anti-brujería que tan buen resultado dieron cincuenta años atrás?

Pocas fueron las respuestas satisfactorias que la policía fue capaz de dar. Se convirtieron en maestros de las contestaciones esquivas y aprendieron a ejercer su autoridad con la cabeza gacha. Sólo un detective de policía, el hombre que rescató a los niños y mató a la bruja, salió mejor parado. George Rainne fue la única manzana sana dentro de un cesto putrefacto y el mundo le encumbró como el nuevo arquetipo de policía que sería capaz de hacer cualquier cosa por salvar a un inocente.

Y así, de nuevo y de improviso, la vida creó una nueva normalidad.


* * * * *


—No me he enterado de una mierda.

Ashana recibe el comentario de Reila con una media sonrisa, la cual se amplia en cuanto ve como su amiga empuja al compañero que ocupaba la mesa delante a la de ella, para poder ocupar su asiento. Reila no se inmuta ante la mirada de desagrado o el comentario soez, sólo se da la vuelta para quedar cara a cara con Ashana y deja una revista sobre la mesa de su amiga. Ahora ese lugar es suyo y nadie podrá arrebatárselo.

—Tendrás que dejarme tus apuntes.
—No he tomado apuntes.

Reila niega con la cabeza y se ríe. Son una pareja perfecta de malas estudiantes.

—Bueno, al menos no seré la única a la que esta asignatura joda la vida. Me alegro.

Y sin más que decir, empieza a hojear la revista. Ashana se cruza de brazos y observa las imágenes pasar, no presta demasiada atención a ninguna hasta que ve un rostro conocido.

La chica de las rosas. Greil Callway.

Inconscientemente, extiende el brazo e impide que Reila continúe pasando las páginas. Quiere observar a esa chica durante un par de minutos más. Desea que sus pupilas creen un camino que le permita llegar hasta su carne y tocarla. Ansia rozarle con la yema de los dedos; primero muy poco, sólo comprobando si es real y después apretando. Fuerte, tan fuerte que traspase la barrera de la piel y llegue al hueso.

—Vamos, no me digas que tú también eres una de esas fans locas de los Callway.
—Para nada —responde, con la voz tensa —. Sólo tenía curiosidad.
—Sí, así es como se empieza y luego terminas comprándote uno de esos horrendos parches de rosas, o ramas, para ponértelos en el ojo. —Levanta el dedo índice con esa mezcla de amenaza y humor que sólo ella posee, y dice: —. Como se te ocurra ponerte una de esas chorradas te pateo el trasero.

Aunque no duda ni por un segundo de la veracidad de las palabras de su amiga, Ashana se ríe y levanta las manos en señal de rendición. Quiere a Reila, quizás sea una de las personas que ahora mismo más le importen, pero ni siquiera su amiga puede imaginarse el laberinto de pensamientos que tiene en su cabeza. Ella no es una fan de los Callway, pero tampoco le son indiferentes. Para ella son un trabajo sin terminar, unos muñecos que todavía no han sido quebrados lo suficiente, y ella, por encima de todas las cosas, quiere presenciar cuál es ese límite. Anhela palparlo, olerlo, bañarse en él y una vez que los tenga a ambos postrados a sus pies, susurrarles al oído:


<< —Uno, dos y tres, ¿quién no despertará esta vez? >>.



Créditos:
Cuento en el que me he basado: Hansel y Gretel (aunque en este caso sería mejor decir inspirado libremente).
Imagen sacada de: Mortgraphics

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1 comentarios

  1. Ahora sí, con propiedad: ahdkjhaskdhksdkjask XD

    Ay, maldita, efectivamente esto merece y ansía una historia más larga y como pase siempre con todos tus relatos me vas a tener acosándote para que escribas mil novelas hasta el día del juicio final XD Con tan poco ya has conseguido que me intriguen muchísimo los mellizos, la bruja, Ashana y ese mundo en el que se mueven! Me ha encantado y ojalá te animes a seguirlo y pueda leerlo <3 Btw, adoro Hansel y Gretel (ese cuento necesita más amor) y que sepas que has inspirado a que me vuelvan las ganas de intentar un nuevo acercamiento con la novela aquella que abandoné cruelmente XD

    Ya te comentaré todo en profundidad cuando hablemos, pero vaya, menuda inauguración de lujo!! Espero que Kaidanshu se llene de muchas maravillas así este año!

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